“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
Horacio Verbitsky, periodista y escritor argentino
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sábado, 4 de junio de 2016

Debates Electorales Televisivos, o "Había una vez un circo".."Recreo en el patio del Instituto.."Sálvame de Luxe".."Pressing Catch" y demás etcéteras, por Óscar de Caso.

                                       
          ¿Puede ocurrir que alguna persona en su sano juicio esté esperando el debate electoral televisivo, le preste exquisita atención y decida su valioso voto a según  quién haya despreciado más a su adversario, quién haya alzado más la voz, quién lleve mas gomina en el pelo, limpieza de cutis, hato más elegante o mirada más glamurosa?

          Pues si, joder, parece que si, por la inquietud que tienen algunos partidos políticos de levantar el telón y representar el ridículo e interminable sainete que se viene produciendo irremediablemente días antes de cada comicio electoral y que yo tengo la opinión de que se asemeja en gran medida  al enunciado con que encabezo este artículo.
          Hasta me pareció coherente la decisión que tomó el Sr. Rajoy en las anteriores Elecciones de no aparecer en estos debates, con una posible argumentación introspectiva por su parte, creyéndose probable vencedor o temiendo encontrarse derrotado. De cualquier modo pensaba optar por aquél dicho:”virgencita déjame como estoy…”. Posteriormente recapacitó: ”por si las moscas…” y mandó a la vicepresidenta Sra. Sáenz de Santamaria para que la viesemos el tupé en la tele.
          Ironías aparte. No podemos perder la memoria tan rápido y no acordarnos del modo en cómo nos han gobernado la última legislatura el Partido Popular. Y en lo que respecta a la responsabilidad de  los otros partidos, existe, aunque poca gente lo lee y lo conserva, un documento que el Sr. Anguita (Don Julio) denominaba machaconamente, y con válida razón: “programa, programa, programa”. 

Se puede llamar programa, pero yo quisiera ser más pragmático y titularlo “contrato del gobierno para con sus ciudadanos”. Este contrato debería ser como una fianza de alquiler de sus compromisos en el caso de alcanzar el poder. Algo así como un tiket regalo, que se pueda devolver a la agrupación política que te lo ha ofrecido como ofrenda de compromiso a cambio de tu preciado voto. 
        Y en el supuesto de que una vez, llegado al poder, no estuviera en su mano cumplir con el programa prometido se le deberían presentar dos obligaciones: a) dimitir para que otro más capacitado lo intente y b) reintegrarnos el voto concedido. Si esto se llevase a cabo de esta manera, los ciudadanos tendríamos un criterio muchísimo más claro y saludable de las personas que forman la clase política en España.

 Pudiendo demostrar estos señores con esta acción un grado de coherencia y honestidad muy elevado; no teniendo necesidad de sacar a pasear familiares, difuntos o dioses para juramentar por ellos su inocencia.

          Pero, no parece que sea  esta la manera en que muchos ciudadanos toman la decisión de conceder su voto. No. Esperan a que se monte el sarao televisivo, y así dar rienda suelta a un cierto morbo contenido; y una vez terminado el “chou”, y satisfecho dios sabe que perversión, toman la resolución.
          Una de las cosas que tengo claras, con respecto a los debates televisivos, es que si se toman tanto interés en realizarlos y con la excesiva escrupulosidad notarial en su desarrollo es, sin duda, debido a que han comprobado (y tienen medios para ello) el numeroso volumen de votos que se deciden en estos  retransmitidos entremeses.
          Aprovecho este momento, para reseñar lo dificultoso, engorroso, lento, caro, canalla y un tanto cínico en que se tiene que efectuar el voto por correo, desde el extranjero en esta era digital que al parecer disfrutamos todos. Y además, sabiendo en esta ocasión la importancia que deben de tener aquellos votos del numeroso aluvión de personas que se han visto obligados a viajar  al extranjero como “refugiado económico” para así poder pagar  sus facturas



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