Cuando se organiza un espectáculo al aire libre, nunca se está exento de sorpresas como la ocurrida la tarde del día de Reyes que salió lloviendo y hubo que bailar en los pasillos de la Iglesia de Santa Catalina. ¡Valla desilusión, señor!.
Todo un año preparando y esperando la celebración del Reinado y esa tarde se pone a llover. No cabe duda que hace mucha falta, pero ni Alba ni Ángel, ni la Cofradía ni el resto de parejas, la esperaban.
Todo un año preparando y esperando la celebración del Reinado y esa tarde se pone a llover. No cabe duda que hace mucha falta, pero ni Alba ni Ángel, ni la Cofradía ni el resto de parejas, la esperaban.
A finales de la década de los setenta, no les puedo precisar el año, siendo Reyes Andrés Lillo y Charo ocurrió lo mismo. Nada más empezar los músicos a tocar la primera pieza... se puso a llover.
En vez de en la Iglesia, como la otra tarde, los bailadores continuamos en "La Sala", la de la calle José Ruiz Ruiz. Era la primera y única vez que salía a bailar. Recuerdo que fue por una apuesta con mi primo Chimo, el de Mallorca, y Andrés Bañón. Aquello resultó muy penoso y nada lucido.
Porque, bailar en la Plaza.... tiene su encanto tanto para los bailadores como para los espectadores. Todo se luce mucho más. El mantón, las postizas, el peinado... hasta la música suena mejor. Hacerlo en otro lugar.... ¡no es lo mismo!. Rosa y Francisco han tenido más suerte. El día les ha permitido lucirse en la Plaza.
Quiero agradecerle a Joaquin Medina Giménez que me haya mandado estas fotos para realizar la crónica -había quedado en Valencia con Lucía y no podía aplazar la cita- para así dejar constancia de que "el hombre propone y Dios dispone". A veces....¡se nos olvida!
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